La dulce voz de la promesa que muestra actitud haciendo frente a la vulnerabilidad, sentimiento muy presente en la actriz al iniciarse en el séptimo arte. Sin embargo, logra transformar esa emoción en el motor que la “lleva a querer entrar en otros personajes”. Intuitiva, artística y mágica, Almudena Amor (Madrid, 1994) es la nueva cara del cine español que se alza como una gran promesa a través de sus primeras películas: ‘La abuela’ y ‘El buen patrón’.
Publicista de estudios pero actriz de vocación, Amor sabía desde muy joven dónde estaba su sitio, pero no fue hasta los 22 años que se embarcó en esta travesía. Paco Plaza le dio su primer papel protagonista y Javier Bardem fue su compañero en su segunda película, la cual es una de las apuestas españolas para los Óscar. Su trabajo muestra constancia y amor, como el propio apellido de la actriz madrileña, y estas cualidades son las que la han hecho estar nominada a mejor actriz revelación en los Goya 2022, gracias a su papel en la producción de Fernando León de Aranoa.
Pregunta: Estudiaste Publicidad, sin embargo, más tarde decidiste embarcarte en el mundo de la actuación, ¿era un sueño que siempre tuviste presente?
Respuesta: Realmente sí, empecé a hacer teatro con 15 años y ya ahí sabía que quería hacer eso, pero por la sociedad y la forma en la que nos educan, el arte está mal visto. A no ser que se tengas dinero y puedas vivir sin depender de ello, al menos al inicio.
A mi ese discurso me caló muy a dentro, con 18 años me planteé estudiar interpretación, pero sentía que no era capaz. También entra que soy una persona bastante tímida e insegura, era como: “claro me puede encantar, pero yo no voy a vivir de esto”. Entonces me metí en Publicidad, ya que me gustaba contar historias y pensaba que siendo creativa en “publi” las contaría, pero me di cuenta de que quizás no era esa la forma en la que quería hacerlo de verdad.
P: Sabemos que te gusta cantar y bailar, ¿crees que si no hubieras sido actriz podríamos haberte descubierto de otra forma artística?
R: Puede ser, no lo sé. Siempre me habría gustado tener un grupo de música, tipo la “Movida Madrileña”, también hago fotos analógicas y he hecho baile desde bien pequeña. Sin embargo, creo que al ser actriz reúnes todas esas características. Me gusta cantar, pero no soy una virtuosa en el canto, y me encanta hacer fotos, pero no me considero fotógrafa. Pero como actriz sí me siento cómoda y me veo en ello, además, creo que reúne todos estos hobbies y los puedo aplicar en mi trabajo.
P: ¿Quiénes fueron tus apoyos al iniciarte en el mundo del cine?
R: Mis amigas me respaldan muchísimo, tengo un grupo muy bonito. Asimismo, una vez que acabé la carrera mis padres me apoyaron un montón, al terminar los estudios les daba tranquilidad en cuanto a que, si no me iba bien en esto, siempre tendría lo otro. Al final, cuando me introduje en este mundo, mis padres me sentían más madura, tenía 22 años, vieron que era lo que quería y que aún sin su apoyo lo iba a hacer. Desde ese momento han sido un apoyo fundamental, sin su respaldo no sé si hubiera apostado tan fuerte.
P: ¿Crees que te vino bien que este boom se diera a tus 27 años? ¿Qué sientes al escuchar que eres “una de las actrices más prometedoras del panorama”?
R: Creo que me vino bien que fuera a los 27 años, porque en este tiempo he aprendido muchísimo. Soy una persona que se replantea mucho, me gusta hablar, la filosofía… En estos años he aprendido mucho, además, el estudiar interpretación te hace conocerte mejor a ti misma, tanto lo bueno como lo malo. Este periodo me ha ayudado a madurar y poder enfrentarme a este cambio desde otro punto de vista muy distinto al que tenía con 18 años, porque básicamente era otra persona.
P: ¿Cómo ha sido debutar en el mundo del cine de la mano de Javier Bardem?
R: Es una suerte y al mismo tiempo un choque muy fuerte, creo que no era consciente de la repercusión que iba a tener la película cuando la estaba rodando. Al principio cuando te dicen que vas a hacer una película con Bardem “alucinas” y dices “qué suerte tengo”, porque vas a aprender mucho de él, del director y del resto de actores. Más tarde te das cuenta de cómo influye el estar con un actor tan potente a nivel internacional. El proyecto va más allá, te abre muchas puertas. Estoy muy feliz, me llevo muy bien con Javier y me ha gustado mucho trabajar junto a él, he aprendido mucho.
P: En relación con la propuesta de ‘El buen patrón’ para los Óscar, ¿te ves trabajando fuera de España?
R: Sería un placer, adoro el cine y me gusta mucho el europeo más incluso que el americano, aunque hay cosas de Estados Unidos que me encantan. Miranda July es una directora de allí que me “flipa”, además, en Hollywood se hace mucho cine independiente.
Hay mucho cine fuera de España que me interesa, el francés también me gusta.
P: Estás nominada al Goya como mejor actriz revelación por este film de Fernando León de Aranoa, ¿cómo sería ganar este premio?
R: Sería un sueño, como actriz hace ilusión que a tus compañeros les guste tu trabajo o lo reconozcan, es muy bonito. Sin embargo, yo ya he tenido un gran premio al participar en ‘La abuela’ y ‘El buen patrón’. Entonces, lo que pase en los Goya es como: “ya estoy muy feliz por estar nominada y no voy con ninguna expectativa de nada”.
Si recogiera el premio se sumarían muchos factores, ya que no lo viviría solo yo, sino todas esas personas que me han acompañado en el camino. Es como una gratificación para todos, es muy bonito y da ilusión, pero tienen razón los que dicen que el premio es trabajar. No me importaría no ganar premios si me aseguran que estaría toda mi vida trabajando, aunque obviamente da mucha ilusión y estos galardones ayudan a que salga más trabajo.
P: En ‘La abuela’ interpretas a una modelo que regresa de París a Madrid para cuidar de su abuela enferma, mientras que en el ‘En el buen patrón’ vemos una becaria astuta. Distintas personalidades realizadas por una misma Almudena. ¿Dónde podemos encontrar a tu persona en estos papeles?
R: Mi persona claramente está en ambos, opino que tenemos muchas capas dentro y en cada película dependiendo de lo que siente el personaje o vive se puede ver una capa u otra.
En el caso de ‘El buen patrón’ trabajé un personaje más desde la inocencia, aunque aparentemente es lo contrario porque transmite decisión. Trabajé mucho desde esta perspectiva, porque no deja de ser una chica joven que está en una situación que ni ella misma entiende, vive en su propio mundo, muy propio de cuando eres más inmadura y has tenido estas sensaciones. Con este papel partí desde la inocencia o seducción en algunas partes, además, había más trabajo con el otro (Bardem) debido a los diálogos. Mientras que en ‘La abuela’ partí más desde un “yo” más interno, desde lo sensorial y el cuerpo. También abracé mucho el amor a mis abuelos, me apoyé en este aspecto y, si lo comparas con ‘El buen patrón’, en ese papel no me apoyé tanto en vivencias personales.
Es complicado cuando eres tan joven y estás empezando en el mundo de la actuación de forma más profesional. Un profesor de interpretación siempre nos decía que hasta los 34 o 35, tú haces las cosas, pero en verdad no sabes cómo. Hay algo interno en ti, un impulso o una intuición que te ayuda a actuar. Ser consciente de cómo lo has hecho, creo que hasta que pase un tiempo no lo voy a ser. Puedo tener pistas, en qué pensaba o apoyaba, pero realmente creo que tiene que pasar más tiempo.
P: Recurres a la música para conectar con los papeles, ¿podrías decirnos algunas canciones que te ayudaron con estos personajes?
R: En ‘La abuela’ sobre todo escuchaba Sinatra, porque a mi abuelo Pablo le encantaba. Entonces, yo para estar de alguna forma conectada con ese amor usaba las canciones de este artista como canal a él.
Con ‘El buen Patrón’ había una canción que me llevaba mucho al personaje que es de The Chamanas, Feel It Still. Esta canción me llevaba muchísimo a esa inocencia seductora, que buscaba en el personaje, con ese misterio que le rodea. Me acuerdo de que antes de entrar al casting en Lavapiés me la puse y estaba cantando y bailando sola en la calle, fue como mi manera de conectar. Cantar y bailar siempre ayuda para relajarme y sobre todo para actuar, cuando hago esto conecto mucho con mi cuerpo y de ahí logro salir de la cabeza, para luego meterme en otras pieles.
P: ¿Cómo fue lograr el papel protagonista en tu primer casting, con nada más y nada menos que Paco Plaza?
R: Fue de una forma bastante cotidiana, tras la primera prueba, en la segunda conocí a Paco y fue cuando me pasaron más escenas del recorrido del personaje. Pero pasó tiempo hasta que me dijeron el sí, yo contaba con el no. Este pensamiento me sabía mal porque más allá de entender que iba a ser una buena película, había algo dentro de mi muy fuerte que me creaba una gran necesidad de contar esta historia. Cuando me dijeron que sí fue tremendo, al principio tuve un poco el síndrome del impostor porque pasaba de cortos a una película como protagonista. Hasta que no pasé mi primera semana de rodaje no me di cuenta de que lo estaba haciendo y que tenía que confiar. Paco me dio mucha seguridad y confianza en este aspecto, al final el peso de la película caía en mí y era una responsabilidad.
P: Comentas sobre el síndrome del impostor, vivimos en una sociedad en la que los jóvenes muchas veces se sienten así cuando se inician en el mundo laboral o alcanzan algunas metas. ¿Cómo llevas el iniciarse en este mundo y con tales papeles?
R: Poco a poco, una cosa es hacer las películas y otra cosa es promocionarlas. Al hacer las películas lo tuve al inicio, pero se va diluyendo a medida que vas confiando en ti misma y te das cuenta de que puedes hacerlo, el trabajo está saliendo con el director contento. Sin embargo, en el aspecto de la promoción, al ir por ejemplo a San Sebastián con las dos películas tuve de nuevo esa sensación. Se me repetía en la mente el “¿y yo qué voy a contar?”, de pronto te enfrentas a compartir las películas y que la gente entre a ti.
Ahí también tuve un momento de crisis, pese a esto, me sentía feliz, estaba donde tenía que estar. No solo me gustaba, porque hay veces que nos gusta algo, pero sientes que aún no estás en tu sitio, pero yo ahí sí me sentía a gusto y me nacía estar ahí. Disfruté muchísimo, fue un shock el pasar de no haber hecho nunca una entrevista a tener de golpe ocho en una mañana. Pero me ayudó a darme cuenta de que era sincera y honesta, no necesitaba prepararme nada porque fluía solo. Asimismo, me ha ayudado mucho a la confianza en mí misma, el exponerse a la opinión de los demás es complicado y da vértigo. Los actores solemos ser personas inseguras a pesar de que parezca lo contrario, o al menos eso he percibido con los actores con los que hablo. Tenemos muchas inseguridades, pero de alguna forma este es el motor que nos lleva a querer entrar en otros personajes, como esa vulnerabilidad nos hace querer introducirnos o ver la vida desde otra mirada.
P: Se pospuso ‘La abuela’ debido a la pandemia en varias ocasiones, ¿qué sientes al ver que la COVID no da tregua a la cultura, y en especial, al cine?
R: Impotencia y frustración, aun así, este tiempo nos ha enseñado a entender que, si hoy las cosas van mal, no quiere decir que mañana suceda lo mismo. Hemos entrenado mucho la paciencia y la adaptabilidad, claramente da bajón el esperar porque la película tiene mucho trabajo y todo el proceso de hacerla ha sido duro. Lo hemos disfrutado, pero no ha sido fácil, y ahora llega el momento de compartirlo.
Me parece esencial este aprendizaje que estoy teniendo, el entrenar la paciencia es todo un regalo. Aprender a que las situaciones no puedan contigo, adaptarte a ellas y sobrellevarlas es primordial en la vida.
P: Para terminar, ¿cómo definirías en tres palabras ‘El buen patrón’? ¿Y ‘La abuela’?
R: ‘El buen patrón’ sería: Oscuridad, diversión y paradoja. Creo que es diversión, pero desde un lugar muy oscuro, al final esto es como una paradoja. Y con ‘La abuela’ sería: Amor, angustia y misterio. Se trata sin duda de un tándem único.
Disfruta de la segunda película de Almudena Amor ‘La abuela’, a partir del 28 de enero en todos los cines
Por:
Esther Gallego Cremades