Existe una concepción distorsionada sobre la mujer en el mundo árabe. Cuando se habla de ellas se piensa en sumisión tanto en cómo se relaciona en el mundo como su forma de vestir. Sin embargo, muchas mujeres visten tapadas porque es su seña de identidad, y cómo otras, sin embargo, visten “más actuales” porque les gusta o apetece. Asimismo, también hay otras mujeres que si se tapan por obligación.
Aquellas mujeres que vestían como querían estaban ayudando a aquellas que aún no podían hacerlo, ya que, aunque mucha gente piensa que el mundo árabe tiene una cultura y religión anticuada presenta un gran movimiento feminista que revindica y fomenta el cambio. Las mujeres árabo-musulmanas defienden sus derechos al igual que lo hacen las occidentales, aunque tengan otros objetivos principales la finalidad es la misma: la igualdad. Unas pretenden hallar la igualdad luchando por conseguir cambios en su religión, otras intentan hallar el cambio en el sistema político para poder aplicar el resultado obtenido en la sociedad. Y ambas son válidas. Dentro de estas variedades se puede ver desde mujeres que visten con hijab o niqab hasta mujeres que visten con un vestido ceñido, porque para ellas no supone un impedimento su forma de vestir como creemos en Occidente.
Este pensamiento distorsionado puede llevarnos a pensar que todas las mujeres árabo-musulmanas son sumisas por pertenecer a su cultura y religión. Esto también provoca que en Europa se les rechace por el mismo motivo, impidiéndoles desarrollarse profesional y personalmente. Ante esto debemos preguntarnos por qué si las mujeres migrantes vienen aquí en busca de una vida mejor, no reciben las ayudas para lograr ese cambio. Sino que continuamos impidiéndoles crecer como les pasa en sus países de origen, actuando igual que las personas a las que odiamos por tener ese mismo pensamiento que nosotros hemos adoptado de ellas.
Desgraciadamente la mujer está en el punto de mira de las críticas dirigidas al mundo árabe directa o indirectamente, y si investigásemos acerca del feminismo árabe descubriríamos un gran movimiento fuera de Occidente. Podríamos apreciar cómo, a pesar de las dificultades, se abren paso en la sociedad a través de las protestas y cómo poco a poco van obteniendo pequeñas victorias frente al estado que las somete.
Un ejemplo de protesta es el uso que hacen algunas feministas árabes a través del graffiti para plasmar sus sentimientos en las paredes, ya sea en sus países de origen o en países europeos. Para ellas es una forma más ruidosa y visible de reivindicación con la que se sienten identificadas y con la que obtener un mayor alcance, puesto que las paredes están a la vista de todos y no dependen de una conexión a internet cuyo acceso no es posible para gran parte de la población árabe.
Este instrumento dentro del movimiento feminista árabe ha conseguido gran cantidad de seguidoras y ha hecho que muchas mujeres se animen a reivindicar sus derechos. El graffiti ha ayudado a abrir los ojos a muchas otras personas que necesitaban un empujón para iniciar su revolución interna.
Además, gracias a los festivales internacionales de arte en los que participan muchas graffiteras árabes han conseguido dar voz a la mujer musulmana, ayudando a un movimiento revolucionario a convertirse en un movimiento más fuerte, conocido mundialmente, ayudando a la mujer árabe a avanzar y conseguir algunos de sus objetivos, llevándolas un paso más cerca de la igualdad aunque aún quede mucho trabajo por hacer.
Muchas mujeres árabes son un ejemplo de constancia, sacrificio e implicación. No debemos tachar a todas por prejuicios propios o de la sociedad, tenemos que apoyarlas en su lucha por la igualdad y la libertad. Solo así tendrán la igualdad para tener todas las oportunidades y la libertad para elegir entre ellas.
Tenemos que tener en cuenta que para comprender a una persona, cultura, religión… Debemos escucharla, vivirla y sentirla. Cuando hablamos del mundo árabe abundan las caras de asombro, desprecio e incredulidad ante personas que comentan cuán fuertes son las mujeres de este mundo. Se nota la influencia de no tener contacto directo con este mundo, solo han escuchado ciertas cosas sobre él o han visto algunas cosas, situaciones que representan a algunos árabes, pero no a todos. Hay que recordar que una persona no representa a una multitud, ni un árabe a toda su cultura.